Hace poco se hablo del Software Libre, de sus implicaciones y de la filosofía que lo rodea. Uno de los temas que tratamos, muy por encima, fueron las licencias de software. Existen gran variedad de licencias distintas. Repasamos las licencias aplicadas al software libre más conocidas y alguna que otra más bien curiosa. Como vimos en el primer artículo sobre software libre, el máximo organismo que lo representa es la Free Software Foundation. De esta fundación han surgido cuatro licencias, compatibles entre sí. Las tres primeras están relacionadas con software y la cuarta con documentación.
La primera versión surgió en 1989: la tercera, y más reciente, en 2007. El objetivo de la licencia GPL es
proteger el software libre de apropiaciones con restricción. Es decir, si copias un programa libre tienes que ofrecerlo con la misma licencia y no con una restrictiva o propietaria. Esta licencia
es la principal y más importante en el mundo del software libre, y fruto de ella han surgido adaptaciones y derivados que mantienen con mayor o menor acierto el espíritu original.
Esta segunda licencia, derivada de la anterior, es menos restrictiva, ya que permite usar el código de un programa o ese mismo programa en una aplicación o herramienta que no tiene porqué ser software libre.
Basada en la LGPL, esta licencia es muy específica, y está relacionada con software que trabaja en servidores o redes de ordenadores.
Su origen se remonta al
sistema operativo BSD, una rama de UNIX. Sin embargo, hoy en día se utiliza para infinidad de proyectos de software, tanto sistemas operativos como aplicaciones de Escritorio. La licencia BSD es bastante
más simple que la GPL, con únicamente tres cláusulas, o dos en su versión simplificada. Esta licencia viene a decir que puedes distribuir el código del programa o el ejecutable, indicando que está amparado por la licencia BSD y que en caso de crear una aplicación derivada de otra con esta licencia,
no puedes usar el nombre del autor original para promover tu creación. La
licencia BSD simplificada matiza este último punto.
Esta licencia está asociada al prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts.
Se aplicó originariamente al sistema gráfico X11, utilizado por sistemas UNIX/Linux. Actualmente se usa en más proyectos y es muy similar a la licencia BSD. La licencia MIT obliga a adjuntar la nota de la licencia en el software y en sus partes más importantes. A cambio
carece de restricciones, por lo que puedes usar, copiar, modificar el código e incluso venderlo. En tercer lugar
limita la responsabilidad del autor en caso que el software ocasione algún problema.
No es de las más importantes, pero llama la atención que una empresa que fabrica equipos y software propietario tenga su propia licencia de software libre. Básicamente son dos los grandes proyectos protegidos por esta licencia: Darwin, que es la base del actual Mac OS X, y Bonjour, que ahora utiliza la licencia Apache.
Microsoft también se ha subido al carro del software libre, tras años hablando mal de él. Incluso creó un portal, Codeplex, donde ofrece hospedaje gratuito de proyectos de software libre. Para todos estos proyectos está disponible la licencia Ms-PL. Básicamente viene a decir lo mismo que la GPL, es decir, que con el programa puede incluirse el código fuente, pero con sus propias palabras.
Puede parecer una broma, pero esta licencia existe, y si quieres puedes usarla. En cierta manera, las licencias de las que hemos hablado antes cumplen parte de esta WTFPL (Haz Lo Que Te De La Gana), pero en este caso
la libertad del usuario se lleva al límite, ya que te permite hacer lo que te venga en gana con el software y el código fuente. En el tintero nos dejamos otras licencias, como las de Mozilla, Apache, Python o PHP, asociadas a un software concreto, o la W3C, relacionada con el Consorcio de la World Wide Web.
¿Conoces alguna otra licencia? ¿Cuál te parece la más justa? ¿Y la más restrictiva?
No hay comentarios:
Publicar un comentario